Arte. Las Cosas Más Pequeñas

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martes, 12 de enero de 2010

El poder del Chocolate.































EL PODER DEL CHOCOLATE.

Para los aztecas el chocolate era una fuente de sabiduría espiritual, energía corporal y potencia sexual. Era muy apreciado como producto afrodisíaco y era una de las bebidas favoritas en las ceremonias nupciales. Se dice que Moctezuma consumía más de cincuenta jarras de chocolate al día, y siempre se tomaba una para estar a punto antes de visitar su harén. Aunque se bebiera diariamente, el chocolate se consideraba como un lujo exótico destinado primariamente al consumo de los reyes, los nobles y las capas más altas del clero. Debido a sus famosas propiedades energéticas, también se administraba chocolate a los guerreros aztecas para fortalecerlos durante las campañas militares. El chocolate era prensado en forma de tabletas y pastillas de un tamaño apropiado para facilitar su transporte. Probablemente a modo de incentivo, se promulgó una ley por la cual, a menos que un guerrero tuviese que ir a la guerra, le estaba prohibido beber chocolate y consumir otros manjares de lujo, así como vestir prendas de algodón y adornarse con flores y plumas -y la ley era aplicable asimismo a los príncipes y a los nobles. Los colonos españoles, por su parte, también se encapricharon con la mística del chocolate. Una vez que se hubieron acostumbrado a la rareza de aquella bebeida, se aficionaron a ella con entusiasmo. El jesuita José de Acosta escribió al respecto: "Los españoles, tanto hombres como mujeres, que han hecho suyas las costumbres de estas tierras, consumen con glotonería ese chocolate. Afirman producir diversas variantes del mismo, tanto frías como calientes, y lo aderezan con grandes cantidades de especias picantes". Cada vez más consciente de su valor como reconstituyente, Cortés convenció al rey Carlos I de España del enorme potencial que tenía este sano alimento procedente del Nuevo Mundo: "...la divina bebida que aumenta la resistencia y combate la fatiga. Una copa de este precioso líquido hace que un hombre pueda andar una jornada completa sin tomar ningún otro alimento".Thomas Gage también tenía en gran estima al chocolate en este sentido. Y escribió: "Dos o tres horas después de una buena comida a base de cordero, ternera, buey, cabrito, pavo y otras aves de corral, nuestros estómagos estaban a punto de desfallecer y así, nos veíamos forzados a reanimarlos con una buena taza de chocolate".Derechos, rituales y ceremoniasLos escritos de los exploradores del Nuevo Mundo nos permiten hacernos una idea de los extraños y en ocasiones bárbaros rituales y ceremonias relacionados con las semillas del cacao y el consumo del chocolate líquido. Se celebraban rituales religiosos en diferentes fases del proceso de su cultivo. Los mayas celebraban una fiesta de la siembra en honor de sus dioses donde sacrificaban a un perro al que habían pintado una mancha de color cacao sobre su piel. Otra práctica habitual obligaba a los plantadores a mantenerse célibes durante trece noches. Al llegar la catorceava noche, podían yacer con sus esposas y luego proceder a la siembra del cacao. Otra ceremonia consistía en colocar las semillas en unos pequeños cuencos antes de efectuar unos rituales secretos en presencia de un ídolo. Luego se extraía sangre de diferentes partes del cuerpo de una víctima humana para ungir al ídolo. Otra práctica era regar la tierra que tenía que ser sembrada "con la sangre del sacrificio de unas aves". Abundaban relatos de danzas frenéticas, rituales orgiásticos y sacrificios sangrientos. El historiador y explorador italiano del siglo XVI Girolamo Benzoni, cuenta que durante estos festivales "se pasaban un día y una noche bailando, sin tomar más alimento que cacao".Otra leyenda nos habla de cómo el premio de una especie de juego de pelota era ofrecer a los dioses al vencedor como sacrificio, que era alimentado con enormes cantidades de chocolate antes de ser sacrificado para "impregnar su sangre de chocolate" antes de arrancarle el corazón y ofrecérselo a los dioses.Los aztecas se adornaban la cara con chocolate en sus ceremonias religiosas. Los primeros plantadores españoles ejecutaban ritos secretos para garantizar el buen éxito de las cosechas y celebraban ceremonias antes de la siembra. Desde los primeros días de su cultivo, el chocolate ha sido considerado como una sustancia poderosa, un regalo de los dioses a los hombres, una fuente de vitalidad.









El chocolate y el amor

El chocolate, desde hace mucho tiempo, ha sido asociado con la pasión y su reputación como afrodisíaco se remonta a los días de los aztecas y los conquistadores españoles.Naturalmente se han extraído conclusiones de la gran cantidad de jarras de chocolate que consumía el emperador Moctezuma antes de retirarse a su harén. Pero, como observa el cronista Bernal Díaz del Castillo "Dicen que el chocolate tiene propiedades afrodisíacas, pero nosotros no damos ninguna importancia a este detalle". En la obra La verdadera historia del chocolate, sus autores, Sophie y Michael Coe afirman que el que Moctezuma necesitase estimulantes sexuales era una obsesión de los españoles sin ninguna base real. Al parecer, los conquistadores sufrían de estreñimiento y "buscaban sustancias laxantes nativas tan ávidamente como si hubieran sido afrodisíacos". Sin embargo, cuando el rumor según el que el chocolate era un afrodisíaco arraigó, ya no hubo modo de pararlo Cuando el chocolate apareció en Europa, la alta sociedad del siglo XVIII se aficionó a su consumo con un entusiasmo sospechoso. Las fuentes históricas abundan en relatos en los que el chocolate es usado como afrodisíaco Casanova pensaba que el chocolate caliente era "el elixir del amor", ¡y bebía chocolate en vez de champán! Podría ser que esa creencia de los españoles tuviese que ver con el hecho de que el chocolate era uno de los ingredientes de un célebre afrodisíaco conocido como cantárida. En el siguiente relato, el Marqués de Sade usa el chocolate y la cantárida para divertir a los invitados a uno de sus bailes "Introdujo en el postre pastillas de chocolate que algunos de los presentes devoraron con fervor pero también había introducido cantárida quienes comieron las pastillas experimentaron un ardor irrefrenable Incluso las más respetables mujeres no puedieron resistir el furor uterino que les sobrevino. Y así, el Marqués de Sade pudo gozar de los favores de su cuñada".
El gran exitanteBrandon Head, en El manjar de los dioses, cuenta que después de que el chocolate hubiese sido aceptado como bebida nutritiva, todavía era considerado como "un violento estimulante de las pasiones, que debería ser prohibido a los monjes" En 1905, un periodista de la revista British Spectator publicó la siguiente advertencia "Debo advertir a mis fieles lectores que sean especialmente cuidadosos en su trato con los folletones románticos, el chocolate, las novelas y otros excitantes cuyo uso considero personalmente muy peligroso"







El placer del chocolate



Una encuesta de la ARISE (Associates for Research Into the Science of Enjoyment) sugiere que el placer es un proceso neuroquímico distintivo con su propia ubicación en la circuitería del sistema nervioso. Pruebas de laboratorio han demostrado que cuando uno experimenta placer, el sistema inmunológico es más eficaz, y cuando estamos deprimidos o estresados, las defensas del cuerpo no son tan eficaces y somos más propensos a contraer infecciones. Parece como si el placer fuera bueno para nosotros aunque esté relacionado con el consumo de "frutos prohibidos" como el chocolate. El secreto es entregarse a estos placeres "malos" sin experimentar culpabilidad o ansiedad. ARISE deja muy claro que no proponen que nos entreguemos a toda clase de autoindulgentes orgías, el secreto está en comer mejor y no necesariamente más chocolate.El placer de los sentidosUna de las razones de que nos guste tanto el chocolate es el simple placer físico que nos produce no sólo el hecho de saborearlo, sino también de quitarle el envoltorio, olerlo, contemplarlo y tocarlo. Cuando rompemos el envoltorio de una tableta de chocolate negro o abrimos una lujosa caja de bombones, nuestro sentido de la anticipación empieza a trabajar. El aroma del chocolate de calidad es como un buen perfume. Cuando rompemos una tableta con los dedos, el chocolate hace un "crac" que resulta muy agradable. Y cuando pasa a través de nuestros labios, el chocolate se funde instantáneamente en nuestra boca -una sensación exquisitamente placentera. A continuación el aroma nos invade, abrumándonos al activar nuestras más de quinientas papilas gustativas, dos veces y media más de las que pone en funcionamiento cualquier otro alimento. Con esa cantidad de placeres sensoriales en perspectiva, no es extraño que el chocolate haya que paladear despacio La actual pasión por el chocolate indica que tal vez se desarrolle un argot específico de modo parecido al que describe la cata de un buen vino y, recientemente, de un buen aceite de oliva. De momento a los aficionados al chocolate sin disponer de un vocabulario propio especializado, cuando una cosa les gusta tienen una manera de comunicarlo a los demás, y es poner los ojos en blanco Elaine Sherman, una escritora norteamericana de este siglo, resume adecuadamente la cosa del siguiente modo "El chocolate es divino, meloso, sensual, profundo, fuerte, suntuoso, gratincante, potente, denso, cremoso, seductor, sugestivo, rico, excesivo, sedoso, suave, lujoso, celestial. El chocolate es perdición, felicidad, placer, amor, éxtasis, fantasía... el chocolate nos hace malvados, culpables, pecadores, sanos, chics, felices"

Un lubricante social y culturalEl chocolate ha sido usado siempre como regalo. Como dice Michel Richart, un inspirado maestro chocolatero de Lyon, cuando compartimos con otros un chocolate de buena calidad estamos estableciendo vínculos con ellas a muchos niveles El chocolate crea una valiosa sensación de identidad cultural, social e incluso espiritual.Una lujosa cajita de bombones es una forma de decir mil veces "gracias" a un huésped, a una madre, a un amante. El chocolate también significa "buena suerte", "felicidades", "buen viaje" y "lo siento". La reina Victoria mandó una vez simbólicamente por Navidad cinco mil libras de chocolate a sus leales tropas. Las ventas de chocolate y bombones crecen el día de la madre o el de San Valentín. Usamos el chocolate para celebrar la Navidad, Pascua y los aniversarios de boda. Apenas existen países en los que el chocolate no forme parte de las culturas y tradiciones culinarias, tanto si se trata de una galleta de chocolate americana, como de una tarta cubierta de chocolate de Hungría, una suave tableta de chocolate con leche suizo, o una humeante y sabrosa taza de chocolate español. Son estas "experiencias" con el chocolate lo que une a los aficionados al chocolate del mundo entero en la celebración de este manjar de los dioses.

El chocolate y la mente
















El tema de si el chocolate es o no una sustancia adictiva siempre suscita acaloradas discusiones. Determinados historiadores sociales relatan incluso casos de adicción al chocolate y los relacionan con delitos cometidos con el objetivo de satisfacer una creciente necesidad en su consumo. En 1991, el experto dietista francés Michel Montignac da este consejo en su libro Comer sin engordar "Hay que limitar el consumo del chocolate, pues tiene una naturaleza adictiva. Una buena forma de controlar la "chocoadiccción" es beber un gran vaso de agua". Linda Henly, escritora norteamericana contemporánea, recomienda positivamente que las personas propensas a las adicciones consuman chocolate para satisfacer sus necesidades, afirmando que sus ventajas superan con creces a las de otras sustancias. "El chocolate no te convierte en una persona estúpida y torpe, en alguien incapaz de manejar maquinaria pesada.. No tienes que hacer contrabando de chocolate cruzando fronteras. La posesión, incluso la posesión con afán de lucro, es algo perfectamente legal". Algunos expertos médicos opinan que la teobromina y la cafeína contenidas en el chocolate son la causa de sus supuestas propiedades adictivas, pero también lo podría ser la feniletilamina que es una sustancia química del grupo de las endorfinas, que tiene un efecto similar al de la anfetamina, con el que la feniletilamina está relacionada. Al introducirse en la sangre, las endorfínas elevan el estado de ánimo, creando una energía positiva y sensaciones que van de la felicidad a la euforia. La feniletilamina también está naturalmente presente en el cuerpo humano. Se ha descubierto que los niveles de esta sustancia en el cerebro aumentan cuando uno experimenta ese estado que llamamos "enamorarse", que evidentemente tiene mucho que ver con lo que sentimos cuando le hincamos el diente a un buen chocolate.





El anhelo y la adicciónLos amantes del chocolate harían bien en no confundir dos cosas tan distintas como el anhelo y la adicción. El anhelo es un deseo no satisfecho de una sustancia placentera, ya sea chocolate, una tostada con mantequilla o una copa de café. El anhelo lo provoca habi-tualmente el estrés, y la sustancia deseada hace desaparecer la tensión más efectivamente que cualquier otro medio por lo que puede mejorar el rendimiento de una persona al incrementar su capacidad de concentración y reducir su fatiga.La adicción, en cambio, es el consumo habitual de una sustancia, alcohol o drogas, que se va convirtiendo cada vez menos efectiva para satisfacer una necesidad y que como consecuencia provoca la aparición de un desagradable síndrome de abstinencia cuando se intenta abandonar el consumo de la sustancia en cuestión. El chocolate no se puede incluir en la categoría de sustancia adicti-va, si bien se ha dicho que la presencia de glucosa desencadena un aumento en la producción de endorfinas - los opiáceos naturales del cuerpo-, que pueden desencadenar un ciclo de anhelos.
Los antojos femeninos y el chocolateLas mujeres son grandes consumidoras de chocolate, y hay varios estudios que tratan de explicar las razones de ello Aunque muchas saborean el chocolate como una delicia sin sensación de culpabilidad o como un alimento energético, otras parecen casi obsesionadas por el chocolate Mientras preparaba su libro, publicado en 1995, Porqué necesitan las mujeres el chocolate, Debra Waterhouse llevó a cabo una encuesta que reveló lo que piensan las mujeres de este asunto• el 97 %afirmó sentir algún tipo de antojo, y entre ellas el 68 % citaron al chocolate como una de las causas del mismo.• el 50 por ciento elegiría el chocolate antes que el sexo.• el 22 por ciento eran más propensas que los hombres a la hora de elegir el chocolate para elevar su estado de ánimo.Los psiquiatras han sugerido que el mecanismo que regula los niveles corporales de feniletilamina pueden ser defectuosos en algunas mujeres. Ello podría explicar su tendencia a abusar del chocolate como consecuencia de un conflicto emocional -sería un modo instintivo de automedicación para compensar un desequilibrio en las sustancias químicas que controlan el estado de ánimo Waterhouse afirma que los alimentos que provocan anhelo se definen por las influencias culturales, los vínculos afectivos, los gustos y las costumbres, y factores biológicos, químicos y fisiológicos. En el caso del chocolate, el "prozac de las plantas", Waterhouse incluye entre sus componentes neurolépticos una sustancia llamada seratonina que contiene propiedades tranquilizantes. Aunque puede ser estadísticamente cierto que a las mujeres les gusta más el chocolate que a los hombres, también lo es que para ambos sexos, y para gentes de todas las edades, el chocolate puede representar muchas cosas Probablemente son muchas las mujeres que podrían citar a más de un hombre para quien el consumo de chocolate es más regular y compulsivo que el de ellas Lo que sí podemos decir es que la seducción que ejerce el chocolate, y su perenne atractivo, sigue siendo tan fuerte hoy como lo era para los príncipes y princesas mayas del siglo IV.

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